Seguro pensarás:
este me aburre con sus comentarios políticos en Facebook…
Por Fabián Mancilla 30/07/2016
Hace exactamente un año tomaba una decisión muy importante en mi vida:
decidía empezar a militar políticamente. Hace un año me
llegó al cuello el fastidio que acabó con mi paciencia de hombre sereno y
tranquilo como todos me conocen. Hace un año decidí tomar el toro por las astas
y decidí hacer los que muchos piensan pero pocos hacen: hacer públicas mis
convicciones políticas y luchar por un pueblo más justo y equitativo. Bah, lo
que se dice militar. No sé si estaré equivocado o no, es lo que siento;
el tiempo dará el veredicto final.
Siempre milité culturalmente, desde que descubrí, sin quererlo, la
pasión por las letras y por el estudio. Solo que hace poco comprendí que
la cultura, lo intelectual, solo nos conforta individualmente y la gente nos ve
como “los locos lindo del pueblo”, inofensivos y un poco “tontos”. Pero
la injusticia sigue ahí. La impunidad sigue ahí. El manoseo, la indignidad, la
“elite dorada” de cada pueblo, los elegidos, los “Nadies” de
Galeano y los “tontos” de Fabián. Todos siguen ahí. Y me preguntaba ¿nosotros,
aquellos que tuvimos la suerte, la voluntad o vaya a saber qué cosa que nos
permitió estudiar, no afrontamos el desafío de hacer frente a un poder
sectarista, dadivoso y de pocos…quién lo hará?
Estoy muy triste por esta sociedad que se degrada día a día, en muchos
aspectos. No quiero seguir mirando hacia otro lado, hacer de cuenta que porque
soy un profesor de terciario con 23 años de antigüedad y un futuro ya casi
asegurado, esta situación a mí no me toca. Error. Descreo de aquellos que dicen
“a mí no me importa quien gane en las elecciones, yo tengo que trabajar igual,
nadie me da nada…”, me recuerdan a Berthold Bretch y su “Analfabeto
político”. Ningún hombre es una isla señores, y aunque pensemos que nadie
nos da nada, siempre alguien nos “da” o nos “quita” algo. He
discutido con personas muy queridas por mis ideales y convicciones, y no me
arrepiento. Mi corazón sigue libre, como siempre. Y no he perdido amigos, solo
les he aclarado sus dudas sobre mí. También sé que muchos se cansarán de mis
comentarios políticos en las redes, especialmente en Facebook, pero he elegido
esa red (antes que otra) porque sé que muchas la utilizan, no porque me parezca
fantástica. Sé de otros que se contentan con el Fabián profesor, educador,
respetuoso, romántico, porque según parece esa faceta sienta mejor y es más
diplomática. No dejé de serlo, solo le agregué mi faceta militante, quizás la
más verdadera. Y me siento más pleno.
He leído mucho en mi vida, creo que muchos lo saben; he tenido mucha
calle, he conocido lugares, pero siempre he carecido de militancia. Lo sé.
Alguna vez leyendo a Aristóteles descubrí que el hombre es un animal político
(si quieren cívico) y por lo tanto necesita vivir en sociedad, en una “civita”,
en una ciudad; es así que todo aquél que crea ignorantemente que no necesita
del otro, aquel que ignora a sus semejantes, o es bestia o
es un dios (decía Aristóteles). Por lo tanto ante esta idea
aristotélica me resulta un poco extraño escuchar a personas decir que no les
interesa la política, o la burda excusa: “…es sucia”.
Siempre he sido muy respetuoso de las ideas y opiniones pero la realidad
que hoy vivimos me angustia y me desespera, y no puedo callar mi voz. Necesito
gritar lo que siento. Y también machaco: porque los principales medios,
aquellos que supuestamente están en los ojos y oídos de las familias bien,
señores y señoras políticamente correctas, ESAS, no te dicen la verdad, sí señor,
te “macanean”. Quizás muchos no estén de acuerdo con lo que digo, y lo respeto.
Pero déjenme decirles que quizás no les afecte que les digan que han vivido una
ilusión porque te podías ir de viaje, comprar celulares, comprar teles grandes
para mirar la novela o el partido, porque podías ir de vacaciones y te
encontrabas con el “fulano” en Mar del Plata, quien lo iba a decir…que no le
afecta que siendo vos un pobre diablo que la “yirás “ todo el día,
te sacan cada vez más, y a los otros le sacan cada vez menos. Injusticia.
Desde chico he aprendido sobre las injusticias, las he vivido en carne
propia. La vida no ha sido prodiga ni con mi infancia y ni con mi adolescencia.
Mis hermanas saben bien de eso. También he hecho una suerte de militancia
religiosa. Esa etapa de mi vida me ha enseñado que la injusticia no tiene otro
nombre, es justamente eso. Allí he descubierto que la explotación y la
injusticia del otro, también son las mías; que uno no puede dormir tranquilo
(como decía el “Chango” Farías Gómez) sabiendo que un niño en este momento está
durmiendo en la calle. Me vienen a la memoria aquellos inocentes llantos junto
a mi hermana ante las ausencias laborales de nuestros padres, soñando con un
futuro promisorio; Espaldas encorvadas por la máquina de coser “Singer”,
noches en vela, corridas infructuosas en los colectivos. Basta. Me cansé de los
llantos apagados de mi madre, de las constantes “manos vacías” de mi padre, de
los parientes con bolsos solidarios de mercaderías, de los “no alcanza” o “ya
veremos”. Ya ha sido mucha injusticia para mí. No la tolero más. No pienso
morirme viendo como mi sienes se platean (eso lo saqué de Gardel), sentado en
las clásicos “sillones reposeros” con mi compañera al lado, mateando frente a
la “casita”, admirando el autito, viendo el “partido” y durmiendo la “siesta”
soñando con perros y árboles. No es un mal sueño, pero no nací para eso.
Aclaro. Nunca me importó trabajar en lo que sea, le he “encarado” a
cualquier cosa. Nunca me importó hacer de capachero para ganarme el préstamo de
unos libros que servían para mi carrera; nunca me importó cortar césped, hacer
mantenimiento en las instituciones, cosechar algodón junto a mi padre, vender
latas de gaseosa en la ruta o “repulgar” empanadas para ganarme la vida…
,no señores. Tampoco me importó hacer una carrera de cuatro años
en once solo porque tuve la ocurrencia de nacer en un pequeño
pueblo donde la educación era un bien muy preciado y solo accesible para
aquellos “pudientes” de esa sociedad. Todo me costó el doble. Entonces necesito
decir esto para que sepan porque escribo en Facebook, porque insisto con la
política, porque estoy cansado de todo este entorno donde solo importa el ser
“pariente”, tener un “cargo”, tener alguna “canilla” abierta para que prospere
tal o cual negocio, o simplemente vivir de la dádiva cotidiana, porque trabajar
implica “responsabilidad” y “voluntad”, algo complicado en estos tiempos.
Seguro que quizás te canse ver mis comentarios en Facebook, que
uno ponga en su muro lo que NO TE MUESTRAN LOS MEDIOS CIPAYOS. Pero soy
“humano” y a mí sí me afecta lo que pasa. Porque pasé noches enteras pensando:
¿y ahora qué hago? Porque se me desangraba el corazón pensando en mis hijos y
uno tenía que poner la mejor cara, hacerse el “boludo”, como que no pasaba
nada. ¿Me entendés? Porque todos los días me levanto pensando: si hoy no hago
esto, ¿cómo les hablo mañana a mis hijos o a mis alumnos? Mis hijos saben lo
que es la libertad, el pensar por uno mismo, porque se los he enseñado. Y
ejercen su libertad. Porque somos diferentes en muchas cosas y aun así nos
amamos y nos respetamos: porque Paola profesa su fe evangélica
y yo soy católico; porque Sofía eligió tomar la comunión hace
poco; porque Tomyy Jessy son libres pensadores y
son muy críticos de las religiones, porque hemos decidido casarnos por
sobre esto. No solo están presas aquellas personas que están detrás de rejas;
también lo están aquellas que eligen depender de alguien para
que dirija sus vidas, sus intereses e incluso sus sentimientos. Una persona
libre es aquella que elige ser artífice de su propio destino.
Por todo esto me gustaría que vos tampoco te DESENTIENDAS de lo que
sucede y antes de criticarme pienses dos veces, o tres, que se yo. Pero me
gustaría que pienses con criterio, que no te dejes llevar por lo que escuchas
en la tele o en la radio, o por los amigos del poder, sino que “MIRES” a
tu alrededor, que “LEAS” tu entorno, que saques tus conclusiones. Y que,
en lo posible, me entiendas. En la nación hay cosas que van muy mal; en la
provincia no está mucho mejor y aquí, en nuestro querido pueblo, la cosa no da
para más. PENSALO. En el silencio de tu humildad y en la sinceridad de tu
autocrítica. Nos vemos.