REVOLUCIÓN

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"Consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos..."

jueves, 21 de agosto de 2014

ELOGIO DE LA HUMILLACIÓN

ELOGIO DE LA HUMILLACIÓN
Todos de alguna manera deseamos, en algún momento de nuestra agitada vida, ser personas de bien, alguien a quien la sociedad identifique como ejemplo de ciudadano, padre o madre de familia ejemplar, nadar en un océano de dignidad y caminar lentamente por la senda de la realización personal. He aquí algunos consejos que no pueden dejar de tenerse en cuenta a la hora de aspirar a tan ansiado “status”: • Por empezar debe andar bien vestido y limpio, vaya de que se lleven una mala imagen de usted (si no tiene para comprar ropa adecuada y no tiene aljibe para juntar agua es su problema); • Debe ser una persona dócil y tranquila, recibir las caricias sobre la cabeza como si nos la diera nuestro abuelo más querido( si tenemos un perro faldero veremos que se siente); • Ser agradecido y alabar esa ayuda, pues deberíamos ser muy desalmados si encima nos pusiéramos a criticar (por más que esa ayuda sea parte de su trabajo y no una condición con devolución a futuro); • Mantengamos siempre la sonrisa, por más que el viejo no tenga trabajo, que no haya remedios para los niños enfermos, que en el ultimo bajón de luz se haya quemado la heladera (total aquí estamos acostumbrados al calor), el aire y la televisión. • Entender, sin derecho a cuestionamientos, que las decisiones más importantes las deben tomar los mayores, los de más experiencias, aquellos que conocen los entretelones del problema, pues saben “gambetear” burócratas y aduladores. Ellos siempre tienen la palabra justa y la “mano dispuesta”. No vaya a ser cosa que aparezca un pibe con ideas raras, ambiciones “extremas” y mande tantos años de trabajo al “carajo”. • No tengamos miedo a pedir, que para eso existe alguien que nos dará; buscar trabajo demanda tiempo y a veces dinero, y además nos volveremos viejo muy rápido. Seamos pedigüeños vocacionales, pues así estaremos haciéndole un favor a quien nos “da”, pues dirán de él que es una persona caritativa y bondadosa, dispuesta y noble y con un corazón más grande que una casa. • El tema de las necesidades es una materia a cumplir: siempre debemos necesitar algo, vaya que queden sin trabajo los dadivosos de turno. • Debemos ser comprensivos cuando alguien nos viene con el chisme de que “fulano lo puso a su hijo, a su hermano, a su tío, a mengano en tal o cual cargo”; eso es realmente amor familiar, pensar en los dignifican el apellido y la familia. No seamos pesimistas y criticones, que así no se construye una sociedad. • Y cuando hablamos de prioridades no nos hagamos los Salomones: primero están los intereses personales, luego los de la familia, después los de los amigos y si llegara a sobrar algo los podemos repartir con la comunidad. • Debemos aprender que para que una sociedad sea progresista debe apostar a que el pueblo se divierta como en un circo y sea feliz, no le falte el “pan” de cada día; luego podría verse si se levanta algún monolito o cartel de quien los hace feliz, y por si llegara a sobrar algo se podría pensar en la salud, la educación o la cultura. • Aprendamos a cerrar el pico que no somos pájaros cantores (y ya tenemos bastantes por estos lares) y el bullicio avícola distrae a los que trabajan por una sociedad equitativa y justa. En definitiva, entendamos, no seamos tan “burros” que solo de esta manera, cumpliendo con estos requisitos podremos aspirar a una sociedad más plena, distributiva y solidaria. Por ahí algún despistado creerá que hacer esto sea humillarse un poco pero ¿quién no se ha humillado alguna vez? Aprendamos a hacer los deberes y a respetar a los mayores, aun cuando algunas veces se equivoquen, pues son los únicos que nos pueden llevar de las manos y hacernos cruzar la calle. Claro que esto siempre y cuando estemos “calladitos” y nos “portemos” bien. Fabián Mancilla, enero 2012

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