REVOLUCIÓN

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"Consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos..."

miércoles, 20 de junio de 2012

LOS JOVENES Y LA POLÍTICA ¿UNA RELACIÓN OLVIDADA?

Asistimos, y no es ninguna novedad, a tiempos nuevos en la política argentina. Más allá de cuestionamientos y aceptaciones con el desenvolvimiento del actual gobierno nacional, lo más aplaudible, creo, es su inclinación a crear espacios de participación de la juventud, algo que se presentaba como una deuda histórica en gobiernos anteriores. Es loable ver apariciones importantes durante la última década, donde el espacio joven fue cubierto gradualmente por distintas agrupaciones a nivel nacional. “La Cámpora”, la Agrupación Evita, los jóvenes de Libres del Sur con Victoria Donda a la cabeza, el socialismo Binnerista en Santa Fe, Proyecto Sur y distintas corrientes de izquierda que tienen en su núcleo a mayoría de jóvenes. Aquí en el Chaco cada vez son más los grupos que nacen como producto de esta avalancha de recambio: La agrupación Felipe Gallardo, la agrupación 20 de noviembre, la Arturo Jauretche de Barranqueras y San Bernardo, los jóvenes K de Chaco, la juventud de Proyecto Sur liderada por Polo Legal, la Renovación de Convergencia Radical que siguen a Ángel Rosas y varios más que van marcando el camino a seguir. Pero a no confundirse. Existen todavía vacios de participación joven en el interior chaqueño, en localidades donde los caudillismos han arraigado con más fuerza y donde la juventud de tal o cual agrupación está dada por “jóvenes” de 40 o 50 años. Allí esa otrora juventud se encegueció de confianza y supuso que los desafíos de los nuevos tiempos serían escollos fáciles para sus gordas experiencias. Pero no fue así. La realidad les tiró un espejo opaco donde sus viejas militancias no encontraron respuestas a cuestiones nuevas, donde el viejo repertorio de la “primera hora” sonó desafinado y anacrónico. Y murieron las utopías, y con ellas la confianza de la nueva juventud en la política. Y entonces el resultado fue años, décadas de omisiones jóvenes, de temor a la militancia, de clase desahuciada y herida, de viejos ecos que susurraban “…jóvenes imberbes”, “noches de lápices”, “saqueos”, incertidumbre neoliberal, “gran circo menemista”, “corralitos”, “que se vayan todos”… Si, todavía existe mucho temor en la juventud, el miedo al “quemo”, al involucrarse y sentir poco respaldo a la hora de la participación en las decisiones ejecutivas. Los jóvenes sintieron que los viejos dirigentes solo los necesitaban dos meses antes de las elecciones y que luego los trataban de contentar con algún puestito temporal dentro de la estructura de poder: “Forros”. Eso desencadenó una fractura que todavía dura, a pesar de la escalada joven de agrupaciones militantes. La herida no cura y la relación que en algún momento hizo decir a un famoso dirigente “…esa juventud maravillosa” decayó en el olvido y el desinterés. Y se oyeron voces jóvenes decir “la política es sucia” o “la política es una mierda”, “solo progresas económicamente si te prendes con algún político de arriba…” y demás yerbas. Y varios gobiernos fallidos avalaron con creces estas afirmaciones, engordaron justamente la mochila de corrupción y mandaron al carajo estanterías donde reposaban ídolos intocables. Y la relación se fracturó. Pero como sabemos después de una gran tormenta siempre sale el sol. Hoy la cosa está cambiando. Asistimos a un despertar gradual de la juventud, de la juventud chaqueña, aquellos caudillismos de los que hablábamos al principio se remueven en sus sillas inmortales (hoy ya no tanto) y comienzan a desandar estrategias para preguntarse dónde estuvo la falla. La juventud quiere participar porque sabe que vive en democracia, que hoy si puede disentir sin temor a ser un desaparecido más, sin temor a ser castigado por exponer sus convicciones. Y porque también sabe, al decir de Berthold Bretch que “el peor analfabeto es el analfabeto político, porque no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos, no sabe que el costo de todo lo que consume cotidianamente dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece diciendo ‘odio la política’; no sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y extranjeras”. Ante esto nosotros como adultos, como educadores tenemos el compromiso de marcarle la cancha al joven pero que ellos jueguen el partido, y que asuman con estoicismo y convicción sus derrotas como sus triunfos. Deben entender, este es el tiempo, que son el recambio, que en sus manos están los destinos de las futuras sociedades, que la vieja dirigencia ya ha cumplido su ciclo (y que deben enrocar ejecutivo por asesoría) y ese puesto requiere sangre nueva para tiempos nuevos. Ojalá que así sea. Fabián A. Mancilla (Docente de Historia en el I.N.T. Ppa. Del Infierno)

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